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Por: Stefania Chirico
El vermut es mucho más que una simple bebida: es parte de una tradición cultural que, aunque de origen europeo, se ha transformado en una de las favoritas en Argentina. Su historia está ligada a la llegada de inmigrantes italianos en el siglo XIX, quienes trajeron consigo sus costumbres y bebidas. A continuación, repasaremos cómo el vermut llegó a Argentina, se integró a las costumbres locales y cómo hoy se celebra con una renovada fuerza.
El vermut, conocido como vermouth en su idioma original, es un aperitivo aromatizado con hierbas y especias, que nació en Turín, Italia, a fines del siglo XVIII. Su origen se le atribuye a Antonio Benedetto Carpano, quien en 1786 creó la receta que marcó un antes y un después en la historia de la coctelería. Con el tiempo, su popularidad creció en toda Europa, especialmente en Francia y España.
Como ya mencionanos, llegó a la Argentina de la mano de los inmigrantes italianos y españoles a fines del siglo XIX y principios del XX. Buenos Aires, Rosario y Mendoza fueron algunos de los primeros puntos de expansión, donde la tradición de tomar vermut antes de las comidas se instaló rápidamente. En bares, clubes y hogares, el clásico vermú con soda se convirtió en un ritual ineludible.
El vermut fue primero conocido y consumido en pequeñas reuniones sociales, especialmente en los barrios de Buenos Aires, donde se solía disfrutar con tapas o picadas. Durante el siglo XX, la bebida ganó terreno en bares y restaurantes, convirtiéndose en una tradición local. A medida que avanzaban las décadas, los argentinos comenzaron a incorporar sus propias variantes, adaptando la receta a los productos disponibles en el país.
A lo largo de los años, el vermut pasó a formar parte de celebraciones como el aperitivo en las tardes y se consolidó como una bebida popular en bares y restaurantes de todo el país. Con el tiempo, diferentes bodegas argentinas comenzaron a producir su propio vermut, utilizando uvas locales y botánicos autóctonos.
Entre las décadas de 1920 y 1960, el vermut vivió su auge en el país. Grandes marcas como Cinzano, Martini y Gancia se consolidaron como referentes, mientras que en bares y bodegones porteños el vermucito era casi un código de bienvenida. La costumbre de tomarlo con soda y una rodaja de limón (o incluso con fernet en algunas provincias) se convirtió en un sello de identidad.
Un reflejo de su impacto cultural es la icónica frase «¿Vení’ a tomar un vermucito?», una invitación típica en cualquier reunión entre amigos o familiares. Además, el vermut siempre estuvo ligado a la gastronomía, acompañando picadas con aceitunas, fiambres y quesos.
A partir de los años ‘90, con la llegada de nuevas tendencias en coctelería y el auge de otras bebidas, el consumo de vermut comenzó a decaer. Sin embargo, en los últimos años ha experimentado un renacimiento, impulsado por la coctelería moderna y el crecimiento de las vermuterías en distintas ciudades del país, además de la tendencia hacia bebidas más sofisticadas y de menor graduación alcohólica.
Bodegas como Bodega Piedra Negra han apostado por vermuts premium, como el Léonce Malbec y Criolla, que utilizan uvas autóctonas y botánicos locales, para brindar una propuesta fresca y única.
Nuevas marcas nacionales como La Fuerza, Lunfa y Malasangre han revitalizado el mercado con propuestas artesanales que combinan recetas tradicionales con un enfoque innovador. A su vez, bares especializados y bartenders han vuelto a poner al vermut en el centro de la escena, explorando nuevas combinaciones y formas de servirlo.
Actualmente, la cultura del vermut en Argentina está más viva que nunca. Desde bares clásicos hasta propuestas más contemporáneas, el vermut sigue siendo sinónimo de encuentro, disfrute y buena compañía. Ya sea en su versión tradicional con soda y hielo o en tragos más elaborados, este aperitivo sigue conquistando paladares y manteniendo su lugar como un verdadero ícono de la gastronomía nacional.
«El vermut es una bebida que tiene la capacidad de adaptarse a las nuevas tendencias, pero sin perder su esencia. Es un puente entre lo clásico y lo moderno, entre la tradición italiana y el sabor argentino.» – Juan González, Sommelier de Vermut Malasangre
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