Susana Balbo, primera enóloga argentina
Dueña de un carácter luchador, supera cada obstáculo que se le cruza en su camino y nunca se da por vencida.
La historia de una pionera, creadora de una empresa sin precedentes.
Por: Tamara Herraiz
Se abre la tranquera, la cruzamos hacia un camino de piedras, a los lados viñedos en brote, rosales avizores en cada fila, levantamos la vista y al final del sendero vemos una construcción simple con el techo a dos aguas. Toda vira al color ocre sobre un fondo de andes nevados y un cielo celeste, hasta que llegamos a la entrada de Susana Balbo Wines (SBW), la primera bodega creada por la entrevistada y la que fuera su antigua casa.
En la recepción, sentada frente a una ventana atravesada por los rayos del sol mendocino, Susana Balbo mira al horizonte de sus viñedos con absoluta calma. Nos acercamos y recibe con una sonrisa amable. Es una mujer que ha vivido mucho, se le nota en su mirada y en sus manos. Es una mujer poderosa, se le nota en sus gestos, en su carácter fuerte. Es una madre sensible, se le nota cada vez que menciona a sus hijos, a sus nietos. Es hija de bodegueros, como la mayoría de los mendocinos.
La familia de “la Balbo” tenía una finca. Su padre alguna vez fue el dueño de Bodega Balbo (del vino Viñas de Balbo). Pero eso fue allá lejos y hace tiempo ya que en 1989 la empresa fue vendida a los actuales propietarios, la Familia Falasco Premiums Wine.
Aclaramos esto porque podríamos decir que la primera ocasión en la que Susana Balbo participó en una bodega fue en la familiar. Pero no, porque su interés estaba en estudiar Física Nuclear.
Balbo había intentado ingresar el Instituto Balseiro, pero sus padres no estaban de acuerdo. Mientras buscaba estudiar algo afín a lo que le gustaba y su familia aceptaba, un amigo le recomendó una carrera universitaria nueva orientada a la enología que tenía algo de biología, de física.
“Encontrar esta profesión fue un hecho fortuito, pero no creo en las casualidades. Creo que en la vida nos suceden las cosas para las que estamos preparados. Por eso, fue un momento mágico cuando la elegí”, recuerda Balbo, la primera mujer Licenciada en Enología de la Argentina.
La reina del torrontés
Cuando se recibió con honores, en 1981, buscó un espacio en la empresa familiar pero no lo encontró lo que la llevó a trabajar en otros lugares en puestos alejados de su formación académica. Después de mucho andar, logró un importante contrato en Cafayate, Salta. Estuvo a cargo de la bodega Sucesión Michel Torino. Una labor por demás desafiante para una joven enóloga soltera en épocas donde la industria del vino se desarrolló de manera muy primaria. “Fue duro al principio. Me hice cargo de una bodega con problemas estructurales que había sido comprada por un empresario de Buenos Aires –detalla– y con empleados que tenían una idiosincrasia y una lealtad muy fieles a la antigua administración. Trabajar con obreros en un rubro y en una provincia muy machista, no fue fácil”.
Con el pasar del tiempo se casó con un compañero de la bodega, padre de sus dos hijos, Ana y José. Vivió 10 años en Salta en los que reconoce haber superado fuertes pruebas y haber aprendido mucho: “Cafayate era un lugar muy aislado, un pueblito, no lo que es hoy. Me levantaba 5 de la mañana y me acostada 11:30 de la noche. Y como no tenía los medios económicos para tener a alguien que me cuidara a los chicos, me los llevaba a la bodega. Hacía un frío terrible y de repente entraba gente a mi oficina y tenía al varón durmiendo abajo del escritorio y a la más chica en el cochecito”.
En esa bodega salteña tomó el desafío de convertir al Torrontés en un vino de estilo elegante de clase mundial -Susana es conocida hoy como “la reina del Torrontés”, siendo sus vinos verdaderos referentes de esa variedad-. Pero a pesar de los esfuerzo y grandes logros de Balbo, Sucesión Michel Torino no superaba los problemas económicos de la época. Tras estar un año sin cobrar su sueldo y con su esposo desocupado la enóloga se vio obligada a volver a Mendoza. Desde su regreso, tomó una decisión trascendental en su vida: “Nunca más iba a ser empleada de nadie”, sentenció.
Alquiló una planta de fraccionamiento y salió a vender vino en damajuana, casa por casa. Recorría el país en auto con su marido, mientras los hijos se quedaban en la casa con una niñera. Pero un día, en uno de esos viajes, su hija Ana que apenas tenía 2 años se enfermó gravemente y tuvo que volver de urgencia a Mendoza. Balbo recuerda con angustia ese momento: “Esto trajo un cambio enorme en nuestra vida, una vez más, porque debía quedarme con los chicos, no podía viajar para trabajar”.
Así que con algo de dinero que tenía ahorrado, compró junto a su marido una pequeña bodega, en un intento de emprender. La equiparon con un crédito y salieron al mercado. “Nos estaba yendo más o menos bien, hasta que una banda organizada nos compró 5 mil cajas de vino que nunca nos pagó”. Un duro golpe a la economía de la familia que los dejó nuevamente en crisis era el año 1994. Al tiempo se vendió la bodega y se separó del padre de sus hijos.
De exportación
Sin dinero, pero con las convicciones en pie, comenzó a dedicarse a la consultoría para bodegas. El dinero de la venta de su negocio lo puso en un fideicomiso para pagar la educación de sus hijos.
“Me dediqué a hacer asesoría y trabajé de forma independiente. En esa época viajé a los Estados Unidos, Australia y Francia y aprendí mucho”. Aprendió y se lució. En Bodegas Martins, desarrolló un ambicioso programa de exportaciones transformándose en una de las más pujantes bodegas argentinas de la época y terminando con su venta a Arco Bodegas Unidas de España.
Fue la primera enóloga argentina contratada internacionalmente para asesorar bodegas del viejo mundo a fin de mejorar el estilo para el mercado inglés. “Así como lo había hecho acá fui a golpear puertas a Londres y a los Estados Unidos para dar a conocer mis vinos. Llegué a viajar 180 días al año. Mis hijos ya tenían 13 y 15 en ese momento. Luego ellos viajaron para estudiar afuera. Yo tenía más libertad para trabajar”.
En 1998 fue contratada por Nicolás Catena para el diseño y la dirección de obra de la bodega denominada Catena Zapata, una de las más importantes y modernas construidas en la Argentina.
Con sello propio
“Luego de las consultorías, decidí alquilar bodegas y viñedos y comenzar a hacer vinos propios. Eso fue el comienzo de Susana Balbo Wines, en 1999. Empecé a hacer las cosas de manera distinta, pensando en la exportación”.
Elaboró los primeros vinos de exportación con la colaboración del enólogo italiano, Alberto Antonini, produciendo aparte de sus propios productos la primera cosecha de Altos Las Hormigas.
Como si la vida le diera un descanso ante tanto viento en contra, ese año hubo aires de cambio en lo profesional y en lo personal. Contrajo matrimonio nuevamente, esta vez con Pedro Marchevsky, quien trabajaba en Catena con quien dio vida a Dominio del Plata, la casa en la que entrevistamos a la enóloga, ubicada en Agrelo, Luján de Cuyo, Mendoza, hoy la bodega Susana Balbo Wines (SBW).
También participó activamente en el posicionamiento de los vinos argentinos en el mundo. Fue elegida presidenta de Wines of Argentina (WOFA) por sus pares en la industria en tres oportunidades, en los períodos 2006-2008, 2008-2010 y 2014-2016. Ella dirigió la entidad en el ciclo en el cual las exportaciones de vino argentino hicieron historia y crecieron a tasas de dos dígitos, lo que llevó a nuestro país a resaltarse en el mapa del vino mundial. Este rol destaca a Susana como líder influyente en la era del despegue de una nueva Argentina.
Reconocimientos
Pionera en las exportaciones del vino argentino, su éxito como empresaria fue ya reconocido en el año 1997, cuando fue elegida Emprendedora del año por la Asociación Argentina de Mujeres de Empresa. En el año 2003 fue nombrada Emprendedora Endeavour y luego en el año 2006 fue categorizada como Emprendedora de Alto Impacto por Endeavour Global. En el año 2019, Susana recibió el Premio BRAVO “A la Trayectoria” por la Organización de las Américas.
Los vinos de SBW se venden a Estados Unidos, Inglaterra, Canadá, Brasil y Japón, además de estar presentes en China, Hong Kong, Bélgica, Italia, España, Perú, Costa Rica, entre otros países. Su bodega es considerada como una de las tres de mejor calidad de la Argentina.
Su paso por la política
Con una historia intensa y de superación, Susana Balbo pasó a ser referente en todas las jornadas de emprendedores que había. Así fue como un nuevo hito marcaría su vida, esta vez en la política. En 2012 dio una charla para Endeavor. Entre los invitados estaba el entonces presidente de los argentinos, Mauricio Macri, quien al escucharla se interesó por ella. “Y cuando buscaban un candidato para Mendoza apareció mi nombre y me llamaron. Macri me propuso un lugar como diputada y yo que estoy convencida que los cambios se hacen desde adentro, pensé que podía cambiar algo, pero la política fue una gran frustración. Todo ciudadano debería pasar por la política para saber votar y elegir a sus representantes”. Fue diputada por más de dos años.
No fue un milagro
“Hay gente que cree que es milagroso lo que pasó conmigo, pero me gasté las suelas de zapatos caminando, me gasté el traste viajando en un avión, tuve que aprender inglés a los 42 años con un casete en mi casa, mientras mis hijos patinaban en el patio, porque no podía pagarme una profesora… No fue un milagro, creía en lo que hacía y aprendí que, si uno quiere, puede hacerlo”, enfatiza la empresaria. Y destaca: “Mucha gente que no me imaginaba me ha ayudado y por eso soy agradecida y ayudo a los demás. Se trata de dar y recibir”.
Mensaje a las mujeres
“Siempre les digo a las mujeres que no se victimicen más porque habla mal de nosotras, tenemos la fortaleza para parir a nuestros hijos, tenemos fuerza para todo. Cada mala experiencia es un punto de partida no un límite. Victimizarse es lo más fácil. Hay que asumir la responsabilidad de que podemos equivocarnos. Y no pasa nada. Se vuelve a empezar. He pasado cosas muy difíciles en mi vida y elegí no victimizarme”.
En familia
“La creación de mis vinos es la consagración de todos mis esfuerzos como enóloga. Podría decir que la bodega es como mi tercer hijo, un sueño hecho realidad”, expresa Susana Balbo, quien hace un tiempo hizo realidad otro de sus sueños, cuando sus hijos, José Lovaglio y Ana Lovaglio, decidieron continuar con la tradición e integrarse al equipo. Hoy SBW es una empresa familiar que ha crecido y vende a 40 países. Recién hace cinco años se comenzó a tratar al mercado argentino como un destino más de sus ventas. Por eso, el nombre es mucho más fuerte afuera que en nuestro país, encontrándose entre las cinco primeras bodegas argentinas más reconocidas en el exterior.
El sol se esconde en el atardecer entre los viñedos. Susana nos invita a degustar un torrontés de su creación. Nosotros encantados disfrutamos el cálido momento con una mujer extraordinaria.
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