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Por: Stefania Chirico
La Federación de Cooperativas Vitivinícolas Argentinas (Fecovita) enfrenta hoy un conflicto legal con su exsocia Iberte, una disputa que escaló hasta los tribunales y que podría tener fuertes implicancias económicas y sociales dentro del mundo del vino. Aunque la resolución quedará en manos de la Justicia, lo cierto es que este enfrentamiento pone bajo la lupa a una de las organizaciones más grandes y representativas del sector.
«En toda guerra hay ganadores y perdedores, pero en esta los daños colaterales pueden sentirse en la economía real del sector vitivinícola», comentan voces cercanas a la causa.
Fecovita no es una empresa cualquiera. Con sede en Mendoza, representa a más de 5.000 productores y 29 cooperativas, y su modelo de gestión asociativa la convierte en un caso atípico dentro de la industria.
El peso de Fecovita en el mercado es enorme: según datos proporcionados por la propia entidad, posee el 30% de participación en el mercado interno argentino. Esto significa que, de los 53,2 millones de litros de vino que se comercializaron localmente en febrero (según el Instituto Nacional de Vitivinicultura), alrededor de 16 millones provinieron de bodegas bajo su órbita.
La federación nuclea a cuatro bodegas principales, cada una con marcas profundamente instaladas en la cultura popular:
Toro: con más de 120 años de historia, es el vino más consumido en Argentina y el segundo más vendido a nivel global.
Canciller: otra marca centenaria.
Estancia Mendoza: con fuerte presencia en el deporte nacional, especialmente el fútbol y el rugby.
Los Helechos: línea de alta gama producida en el prestigioso Valle de Uco.
A estas se suman 15 etiquetas más, entre ellas: Texto Súbito, Finca Magnolia, Dilema, La Colina de Oro, Resero, Simona Estate, Kadabra, Arizu, Dralion, Pirueta, Zumuva, Amenní, Cruz del Sur, Promesa y Nativo.
Más allá de lo que resuelva la Justicia, la verdadera incógnita es cómo puede afectar esta situación a miles de trabajadores, productores y consumidores. Al ser un actor central en la cadena productiva, cualquier alteración en la estructura o el funcionamiento de Fecovita podría repercutir directamente en los precios, la oferta y la estabilidad del sector.
Actualmente, el 80% de su producción se destina al mercado interno y el 20% a exportaciones, lo que la convierte en un pilar tanto para el consumo nacional como para la imagen del vino argentino en el mundo.
En un contexto económico sensible y con una industria que lucha por sostenerse frente a los desafíos del mercado, el conflicto entre Fecovita e Iberte no es solo una disputa corporativa, sino una historia que puede cambiar el rumbo de uno de los motores más importantes de la vitivinicultura argentina.
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