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Por: Stefania Chirico
En un análisis detallado publicado en The Drink Business, Eloise Feilden, periodista británica especializada en vinos y ganadora del premio Alan Lodge, explora cómo la industria vitivinícola argentina enfrenta las consecuencias de la crisis económica y las políticas impulsadas por el actual presidente Javier Milei. Con una inflación que alcanzó el 143% en octubre de 2023 y una moneda devaluada, los desafíos para los productores no han sido menores.
La llegada de Milei al poder fue descrita como un “terremoto político”. El mandatario libertario, conocido por su apodo “El Loco,” prometió reformas radicales, incluyendo la devaluación del peso argentino y cambios en los derechos de exportación. Si bien estas medidas han beneficiado a las exportaciones, el impacto en el mercado interno y las restricciones para transferir dinero al extranjero han generado tensiones en el sector.
Según Magdalena Pesce, directora ejecutiva de Wines of Argentina, la industria se ha visto obligada a adaptarse. “Hemos trabajado con organismos gubernamentales para mitigar los efectos de los desafíos económicos, pero la inestabilidad sigue siendo un gran obstáculo”, explica.
Anne Bousquet, de Domaine Bousquet, resalta que “los costos de producción y la falta de previsibilidad a largo plazo han afectado gravemente a las bodegas”. De manera similar, Mauricio Palacios, de Doña Paula, señala que manejar un negocio en un contexto de inflación y fluctuaciones monetarias es “extremadamente complejo”.
Por otro lado, algunos actores internacionales han reconocido un cierto optimismo. Rachael Pogmore, de la distribuidora británica Enotria & Coe, observa mejoras en la economía tras la llegada de Milei, lo que podría generar mayor inversión a largo plazo.
A pesar de las adversidades, los productores argentinos han demostrado una notable capacidad de adaptación. La clave, según Anne Bousquet, ha sido la innovación: “Refinamos procesos para reducir costos sin comprometer la calidad y fortalecimos nuestras relaciones globales”.
La apuesta por la exportación se ha consolidado como una estrategia clave. Bodegas como Trivento han ampliado su presencia en mercados internacionales, reduciendo su dependencia del vulnerable mercado interno. Silvina Barros, directora de Marketing de la bodega, explica: “La diversificación nos permite crecer incluso en contextos difíciles”.
Aunque los desafíos persisten, Eloise Feilden concluye su análisis destacando la resiliencia y el optimismo de la industria vitivinícola argentina. Pesce resume el sentimiento: “El crecimiento en las exportaciones ha renovado el optimismo dentro del sector, y es un primer paso hacia la estabilidad”.
La industria aún necesita apoyo, especialmente en términos de infraestructura. Como señala Laura Catena, de Catena Zapata, “la inversión en logística es crucial para fortalecer la competitividad del sector”.
Con una proyección de inflación en 25,9% para finales de 2025, los productores confían en que, aunque el camino sea largo, los avances económicos permitirán planificar a largo plazo con mayor certeza.
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